Extra 04.
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Primer mes.
—Efectivamente, estás en estado, Jimin. Muchas felicidades a ambos.
Se encontraban en el consultorio de la obstetra, querían confirmar que el omega estuviera encinta justo como lo había indicado la prueba que se había hecho días atrás.
Resultó que su alfa lo había tomado bastante bien, Jungkook se emocionó hasta que las lágrimas de felicidad terminaron cayendo por sus mejillas.
Y aunque eran demasiadas coincidencias, Jungkook quiso que visitaran a la doctora que los atendió desde el primer momento para asegurarse que tendrían un cachorro.
Al confirmarlo, los dos se miraron radiantes y Jimin tomó el rostro de su alfa para besarlo repetidamente, Jungkook sonrió, mostrando sus hoyuelos ante los mimos de su omega.
La omega obstetra les tendió los análisis de sangre y ellos lo tomaron, Jungkook aprovechó para tomar una fotografía donde claramente decía "Positivo".
—Antes de que se vayan —interrumpió la doctora—. Necesito hablar con ustedes de algo.
—Claro —aseguró Jimin—. ¿Qué es?
Ella tomó asiento del otro lado del escritorio y entrelazó sus manos.
—Espero que esto no te incomode, Jimin. Pero tu alfa habló conmigo acerca de lo que pasó semanas atrás —comenzó ella.
El omega agachó la cabeza, avergonzado, sinceramente ese era un mal recuerdo y no quería tenerlo en mente ahora que estaban demasiado felices.
—Es normal que te hayas sentido de esa forma, Jimin —dijo ella, tratando de hacerlo sentir mejor—. Estabas agotado, triste y frustrado. Para un omega, traer cachorros a este mundo suele ser muy importante. Pero no escuché de uno que haya herido a su alfa.
—Doctora, creo que eso no es necesario —exclamó el mayor, viendo como Jimin comenzaba a sonrojarse y dentro de poco estaría soltando lágrimas de vergüenza.
—Es necesario, Jungkook. Necesito explicarles que deben seguir todas las instrucciones que yo les dé, porque puede ser un embarazo complicado. Todos los embarazos implican riesgos, pero el de tu omega empezó siendo difícil desde el principio.
—L-Lo entiendo —murmuró el rubio.
—Aún así, mi trabajo es estar al tanto del embarazo, así que cualquier síntoma anormal que presentes, llámame de inmediato. Agendaré tu cita dentro de dos semanas, así podremos hacer la primera ecografía. ¿Están de acuerdo?
Ambos asintieron y salieron del lugar, no sin antes agradecerle a la omega.
✧✦✧
Segundo mes.
—¿Ven esto de aquí?
—Lo vemos—exclamó el rubio.
—Este es su cachorro. Tiene siete semanas de gestación, todavía es muy pequeño, pero se alcanza a distinguir —explicó la obstetra, pasando el aparato por el vientre todavía plano del omega.
—Míralo, Jungkook —sollozó Jimin—. Es tan pequeño, es solo una manchita.
—No le veo forma, parece un gusanito.
El omega soltó un pequeño golpe en el hombro de su alfa, haciéndolo reír. Jungkook se agachó hasta que pudo besar la marca de su cuello, tan resplandeciente como el primer día.
Jungkook sentía que su amor y adoración por Jimin crecían con cada día que pasaba. Estaba completamente enamorado de ese omega tan sarcástico y adorable que ahora llevaba a su hijo o hija dentro.
—Es broma, amor —el mayor besó los labios de su omega mientras la doctora se apartaba para darles espacio —. Nuestro cachorro está creciendo justo aquí.
Jimin soltó unas risitas cuando vio la mueca que hizo Jungkook al llenarse del gel frío y pegajoso untado en el vientre del más bajo. La doctora tuvo compasión por él porque le ofreció un pedazo de papel.
—Ten esto, Jungkook. Límpiate la mano y limpia a tu omega.
✧✦✧
Ambos estaban recostados en la cama del departamento que compartían, ya era noche y prácticamente estaban por dormirse.
Jimin jugueteaba con el ultrasonido que tenía entre sus dedos, mirando una y otra vez esa pequeña manchita que lo hacía sonreír, mientras que Jungkook tenía el rostro oculto en el cuello de su omega, acariciando la piel de su abdomen.
—No puedo esperar a que empiece a notarse —escuchó la voz adormilada y grave del alfa.
Jimin bufó.
—Claro, porque no serás tú quien tenga los antojos, ni los mareos ni los vómitos.
—Pero yo los soportaré —escuchó reír a Jungkook.
Ambos se quedaron en silencio un momento. Disfrutando del otro, escuchando sus suaves respiraciones. El tráfico de la ciudad no impedía que amaran ese pequeño momento.
Jungkook dejaba suaves besos por la extensión de su cuello y Jimin sentía la grande mano de su alfa pasando por todo su estómago.
Hasta que el omega tomó con cuidado su muñeca para quitarla y acomodarse hasta quedar frente a Jungkook. El alfa frunció el ceño, porque quería seguir olisqueando la fuente de aroma del más bajo, pero los llamativos ojos de Jimin lo hicieron quedarse justo en su lugar.
Incluso de noche, a la luz de la luna, los orbes color marrones del omega brillaban con destellos. Jungkook estaba maravillado con la mirada que poseía Jimin.
—Debemos decirles a mis padres —solo eso bastó para que Jungkook negara asustado y se escondiera de nuevo en el pecho de su omega. Jimin rió enternecido y abrazó su espalda—
Alfa...
—Que se enteren cuando nazca —sentenció.
—No podemos hacer eso, tendré que visitarlos algún día y con el vientre abultado se enterarán —se golpeó mentalmente porque lo consideró por un segundo.
Escuchó a Jungkook quejarse como un niño pequeño.
—Bien, pero tú les dirás —exclamó bajito, volviendo a besar la marca. Escuchó un suave jadeo por parte de su omega—. Entonces, ¿dices que no puedo anudarte?
Eso hizo reír a Jimin, haciendo que se alejara hasta sentarse en la cama. Jungkook lo miró con un ojo, mientras los rizos despeinados le caían por la frente.
—Aún no, Kook —sonrió—. Recuerda lo que dijo la doctora, es necesario que seamos responsables, el primer trimestre siempre es el más delicado, debemos tener cuidado.
El alfa se quejó.
—Tres meses sin sexo, es como una tortura —lamentó, fingiendo dolor. Jimin acarició sus rizos con una sonrisa en el rostro.
—No será una tortura, siempre podemos intentar otras cosas —sugirió de forma coqueta.
Eso hizo que su alfa lo mirara y lo atrajera hasta él para comenzar a besarlo.
✧✦✧
Días después de haber hecho la primera ecografía. Un Jungkook sumamente nervioso manejaba hasta la casa de sus suegros para darles la noticia de que su hijo estaba esperando un bebé de él.
Jimin pasó exactamente tres días convenciéndolo de ir, asegurando que su aroma comenzaría ser más notable y entonces no sería una sorpresa.
Entonces, ambos iban en la camioneta del mayor. Jimin movía su cabeza al ritmo de la música, bastante relajado. En cambio, Jungkook parecía que tendría un colapso en cualquier momento, se aferraba al volante con fuerza y se mordía el labio inferior constantemente.
—Alfa, estás soltando tus feromonas y comienzo a marearme —dijo el omega, un poco ido.
El alfa lo miró de inmediato, observando el rostro pálido de Jimin.
—Lo siento, omega —se disculpó—. Es solo que... estoy asustado.
—Detén el auto.
Jungkook hizo lo que pidió, se estacionó rápidamente, esperando que Jimin abriera la puerta del copiloto para vaciar su estómago, eso no pasó.
En cambio, se giró hasta él, estirando su brazo para tomarlo de la mejilla. Vio como su alfa se relajaba poco a poco bajo su tacto.
—Estás demasiado nervioso, Kook —habló bajito—. Y tu nerviosismo en mi pecho hace que empiece a sentirme mal. El embarazo era algo que ya habíamos hablado, lo planeamos juntos porque es algo que queríamos los dos. Entonces, nadie puede decirnos si está bien o no porque fue algo planeado por ambos, ¿entiendes? Ni siquiera mis padres, aunque sé que ellos estarán felices, no tienes que preocuparte.
Jungkook terminó asintiendo y se agachó para poder abrazar a su omega, llenándose del aroma tan delicioso del más bajo hasta que se calmó.
Después de eso, el alfa se dedicó a tomar su mano todo lo que restaba de camino. Jungkook estacionó frente a la casa de los padres de Jimin y se apresuró a abrir la puerta para que el omega pudiera bajar del auto.
Estando de pie frente a la entrada de la casa, ambos se miraron y asintieron convencidos. La puerta se abrió después de que Jimin diera pequeños golpecitos a la madera.
Gyuri abrió, parpadeando cuando vio a su hijo frente a ella. Llevaba un pequeño trapo color azul en la mano.
—Jimin —sonrió—. No sabíamos que vendrían.
Ella se acercó para abrazarlo, pasando los brazos por la espalda del omega. Gyuri sonrió cuando lo sostuvo, pero algo la hizo alejarse.
La mujer frunció el ceño mirando a su hijo, pero tan rápido como pasó, volvió a fingir una sonrisa y se apartó para abrazar al alfa.
—Me alegra mucho volver a verte, Jungkook —saludó ella—. Pero hubieran avisado que venían, al menos hubiera preparado la cena, en fin, pasen... están en su casa.
Jimin se rascó la frente con nerviosismo. Esperaba que Gyuri no lo hubiera notado todavía. Se adentraron a la casa, Jungkook lo siguió desde cerca.
Cuando llegaron a la sala de estar, Byungmin estaba viendo la televisión, el alfa mayor se extrañó al verlos ahí, pero de todos modos se levantó para saludarlos.
—Creíamos que no volveríamos a verte —sonrió Byungmin—. Ahora ya ni recuerdas que tienes padres, no nos visitas.
—El trabajo hace todo más difícil —explicó el omega, tomando asiento en uno de los sofás.
—Tráelo más seguido a casa —dijo Byungmin, mientras palmeaba la espalda de Jungkook.
El pelinegro apretó los labios —Lo intentaré.
Así que, cuando ambos estuvieron sentados en el sofá, Gyuri llegó con dos tazas de té que les ofreció y ellos aceptaron, dándole las gracias a la omega.
—¿Hay algo que quieran decirnos? —preguntó Gyuri, dándole un sorbo a su propia taza.
Jungkook y Jimin se miraron a los ojos, buscando cómo empezar a contarlo. El alfa tomó un gran respiro.
—Hay algo que deben saber —mencionó nervioso.
—¿Qué es? —cuestionó Byungmin, mirando fijamente al pelinegro, quien movía su pie en un tic nervioso.
El alfa menor se preparó para hablar, abrió su boca para responder cuando Jimin lo interrumpió.
—Todo fue culpa de Jungkook —explicó de inmediato.
Su alfa lo miró asustado y después frunció el ceño, indignado. Miró a los padres de su omega, quienes lo miraban expectantes.
—¡No fue mi culpa! —gritó—. Jimin tuvo la mitad de la culpa, entonces.
—¿Qué? Por supuesto que no —se quejó el nombrado, cruzándose de brazos.
La pareja siguió discutiendo en su burbuja, hasta que un grave carraspeo los hizo callar y agachar la cabeza. Byungmin se estaba cansando de los juegos de ambos.
—¿Van a decirnos lo que ocurre?
El ojimiel tragó saliva y se levantó solo un poco del sofá para poder alcanzar algo que tenía detrás. Lo tomó con los dedos temblorosos y sonrió por enésima vez cuando vio la imagen, Jimin se las tendió a sus padres.
Gyuri la tomó primero, mirando asombrada la ecografía. Podía distinguir la pequeña manchita a simple vista. Los ojos de la omega brillaron llorosos.
Byungmin se llevó una mano al rostro.
—Van a ser abuelos —dijo Jungkook bajito—. ¡Sorpresa!
Ninguno se movió, los mayores tan solo viendo la imagen en blanco y negro.
—Qué... —comenzó la madre de Jimin—. ¿Cómo pasó esto?
El alfa pelinegro apretó la mandíbula y miró a su omega.
—Bueno, eso es un poco incómodo de explicar —sonrió Jimin, rascando su nuca—. Somos pareja, nos amamos, me marcó. Tú sabes, Jungkook me anu...
—Basta, entendemos —interrumpió Byungmin.
—¿Fue planeado por ambos? Quiero decir, un hijo no es algo que se tome a la ligera.
—Lo sabemos —explicó Jungkook—. Y sí fue algo planeado por ambos. Pasamos más de un año completamente solos y lo disfrutamos, pero sentíamos que... algo faltaba en nuestras vidas —sonrió ilusionado.
—Estamos muy felices —pronunció Jimin al borde de las lágrimas—. Ambos lo estamos, amaremos a este cachorro en camino tanto como podamos, solo queríamos asegurarnos que lo supieran desde el inicio —él se encogió de hombros.
Así que, cuando el omega terminó de hablar, fue abrazado por su madre. Los dos lloraron en los brazos del otro, Gyuri acariciaba el cabello de su hijo mientras el omega trataba de calmarse con el aroma de su mamá.
Mientras tanto, Byungmin se levantó para abrazar a Jungkook. El alfa mayor felicitó al ojiverde, diciéndole que, si necesitaba consejos de cómo tratar a un omega en estado, lo llamara. Jeon aceptó agradecido.
Después, se intercambiaron y Gyuri abrazó a Jeon, besando sus mejillas una y otra vez, justo como alguna vez lo hizo su propia madre.
Byungmin le sonrió a Jimin y el omega le devolvió el gesto a través de las lágrimas.
—Seré un gran abuelo, ya verás.
Ellos rieron y al final se quedaron a comer para aprovechar y darle la noticia a las gemelas, quienes gritaron emocionadas y tomaron fotografías del ultrasonido.
✧✦✧
Tercer mes.
—No veo nada diferente —lloriqueó frente al espejo.
Jimin estaba cumpliendo las trece semanas, sin embargo, el feto era aún muy pequeño para siquiera hacer crecer su vientre, eso tenía un poco triste al omega, quien estaba desesperado por ver su estómago abultado.
Jungkook decía que su cuerpo estaba cambiando poco a poco, pero Jimin parecía no notarlo porque seguía viéndose igual que siempre.
—A partir del segundo trimestre es cuando el vientre comienza a abultarse —explicó tranquilo, sin siquiera dirigirle la mirada.
El alfa estaba muy concentrado leyendo un libro que llevaba por título "Embarazo en omegas. Todo lo que debes saber".
Hace días que Jungkook había vuelto con varios libros de maternidad y padres primerizos. Él era quien estaba más encantado, claro que Jimin también lo estaba, sin embargo, el mayor era quien estaba mucho más ilusionado por tener su cachorro en brazos.
El omega vio por el espejo que su alfa ni siquiera lo miraba y frunció el ceño molesto, yendo hasta donde estaba para quitarle el libro de un manotazo.
—¡Oye! Estaba leyendo eso —se quejó el mayor.
—Quiero que me prestes atención —lloriqueó el más bajo, haciendo sonreír a Jungkook.
El alfa cerró el libro con cuidado y lo dejó en la mesita de noche que tenían justo a un lado de la cama, abrió los brazos para recibir a su omega resentido. Pero Jimin no parecía querer ceder.
—He dejado el libro —exclamó, con una sonrisa ladeaba—. Ven aquí, mi precioso ángel.
El rubio no hizo mucho de rogar, principalmente porque no podía estar demasiado tiempo disgustado con su alfa, lo necesitaba en cada momento. Así que apretó los dientes para evitar sonreír y se subió en el regazo de Jungkook.
Terminó siendo encerrado por unos brazos cariñosos en su cintura y él abrazó el cuello del mayor. Se dieron un beso esquimal que los hizo sonreír.
—¿Te he dicho lo mucho que te amo? —preguntó Jungkook en un susurro.
Jimin besó sus labios antes de contestar.
—Todos los días al despertar, cariño —pronunció dulce—. Y todas las noches al dormir.
✧✦✧
Cuarto mes.
—Jungkook —susurró.
El alfa no parecía querer despertar, estaba profundamente dormido, sin siquiera escuchar los llamados de su omega, quien estaba sentado en la cama con las piernas cruzadas.
—Kook... despierta —tocó su hombro—. Oye, Jungkook.
Escuchó un suave gruñido por parte del mayor.
—Ahorita no —exclamó adormilado.
Jimin se molestó al ver que nada parecía despertarlo, así que se subió encima de su cuerpo, cuidando que su vientre no se aplastara.
—¡Alfa!
El grito despertó a Jungkook. Alertado, se talló los ojos rápidamente y miró a su omega arriba de él, con su adorable pijama y el cabello revuelto.
Pasó sus manos por el estómago cubierto, buscando algún indicio de accidente, pero al mirar el rostro enojado de Jimin, simplemente lo bajó de su cuerpo con cuidado y le dio la espalda para volverse a dormir.
Efectivamente, lo estaba ignorando. Jimin chilló de frustración.
—¡Estoy hablándote, Jungkook!
—¿Qué ocurre? —preguntó con voz grabe, siendo amortiguada por la almohada.
—Tú, alfa idiota —exclamó entre dientes—. Mira a tu omega cuando te habla.
El pelinegro se dio la vuelta y lo miró en la oscuridad de la habitación.
—No entiendo qué sucede —murmuró tranquilo—. Todo parece estar bien. Déjame dormir.
Eso hizo que Jimin abriera los ojos, espantado. Pero luego apretó su mandíbula y golpeó el pecho de Jungkook antes de bajarse de la cama. El alfa lo siguió con la vista, viendo como comenzaba a buscar por la habitación.
Frunció el ceño al ver que tomaba su ropa y empezaba a vestirse.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó el mayor, extrañado.
—¿No es obvio? Voy a salir —soltó mordaz.
El alfa lo miró alarmado y se sentó en la cama, se quitó el cabello de los ojos.
—Son las cuatro de la mañana, vuelve aquí —palmeó las sábanas arrugadas.
—No, ya que tú no me haces caso cuando te hablo, tendré que hacerlo por mi propia cuenta.
—¿De qué hablas? Ahora sí no entiendo lo que está pasando.
Jimin gruñó exasperado y se llevó las manos al cabello.
—¡Eso es exactamente a lo que me refiero! —gritó—. ¡Nunca sabes nada, para ti todo está bien y está tranquilo porque tú no eres el embarazado, Jungkook! Porque tú no eres el que se despierta con vómitos durante las mañanas ni el que sufre los mareos. Me pica el vientre y no puedo dormir, carajo.
El alfa alcanzó a esquivar uno de los zapatos que el omega había aventado.
Se levantó despacio, caminando hasta el omega furioso que se paseaba por la habitación. Lo tomó de los brazos cuando lo tuvo cerca.
—¡No! Suéltame, Jungkook —se quejó. Pero el alfa no parecía querer ceder, encerró a su pareja entre sus brazos para mantenerlo quieto.
Al final, Jimin dejó de forcejear, pero se frustró tanto que comenzó a sollozar sin darse cuenta. Y después se convirtió en un llanto más fuerte.
El alfa de Jungkook se alarmó de verlo en ese estado tan vulnerable. Era su omega embarazado, y estaba molesto con él.
—¿Quieres decirme lo que ocurre, amor? —susurró suave, acariciando su cabello. Luego su camisa se fue humedeciendo con las lágrimas de Jimin.
El omega se apartó y Jungkook aprovechó para besar sus parpados y lamer las lágrimas que seguían saliendo, buscando tranquilizar a su ángel, quien no parecía querer parar.
—E-Estoy cansado y mírame, estoy gordo y feo —él levantó los brazos—. Me duelen los pechos y... y t-todos me miran en el trabajo cuando salgo corriendo p-porque me dan náuseas —lloró.
El alfa parpadeó ante lo rápido que había hablado su omega, casi no logró entender por completo lo que había dicho debido al nudo en su garganta.
—Oye... —susurró calmado—. Sigues siendo igual de maravilloso que antes y yo sigo igual o incluso más enamorado de ti —le sonrió Jungkook.
—¿Lo dices en serio? —Jimin formó un pequeño puchero y su alfa lo besó.
—Sí, tú eres hermoso, mi omega —el ojiverde besó sus labios y después sus mejillas, hasta que se agachó para besar su cuello—. Mío. Míos —se corrigió—. Llevas a nuestro bebé dentro, es por eso que te sientes así, es algo normal en el embarazo. Y dime si alguien te molesta en tu trabajo, se las verá conmigo.
Eso hizo reír a Jimin, quien se calmó ante las caricias del más alto. Jungkook terminó alejándose solo para poder posar sus manos en la pancita de su omega.
Ambos estaban felices porque el vientre de Jimin había comenzado a dejar de ser plano y había dado paso a una pequeña barriguita que demostraba que, efectivamente llevaba un cachorrito del alfa.
—Lo siento por gritarte, cariño. En serio no quise hacerlo —lamentó el rubio.
—Te disculpo solo si me dices porqué empezó todo esto —pidió Jungkook, metiendo sus manos debajo de la camisa para poder sentir la piel de su estómago.
El omega agachó la cabeza avergonzado, porque ahora que lo pensaba, fue una completa ridiculez.
—Es que queríamos mango —susurró cohibido. Jimin levantó su camisa para dejar al descubierto su pancita junto con las manos de su alfa en la piel blanca.
Jungkook sonrió y se agachó para dejar un casto beso por encima del ombligo.
—¿Todavía quiere mango, mi pequeño sol? —habló contra la piel de su estómago, provocando cosquillas en Jimin, quien sonrió asintiendo con la cabeza.
—Lo queremos, alfa.
—Quédate aquí —se levantó—. Veré si puedo conseguir algunos cuantos.
Entonces, el pelinegro terminó saliendo del departamento a las cinco menos veinte de la mañana para ir al supermercado y comprar el antojo de su omega. Afortunadamente, si había de la fruta que había pedido Jimin. Llevó algunos en una bolsa y cuando llegó, su omega lo besó en agradecimiento.
Terminaron comiendo mango en la cama y al final, Park volvió a dormir entre los brazos de su pareja.
✧✦✧
Quinto mes.
Jungkook veía a su omega bailar en la cocina mientras escuchaba sus canciones favoritas.
El alfa estaba recargado en la encimera mientras miraba a Jimin desplazarse por el lugar con una mano en su vientre y con la otra llevando una espátula para voltear los panqueques que estaba haciendo.
Era una buena mañana, el rubio había despertado muy hambriento mientras pedía panqueques. Pero como Jungkook no sabía hacerlos, le tocó a él prepararse su propio desayuno.
Y ahí estaban ambos, el pelinegro miraba enamorado a su pareja, con los ojos brillosos y una sonrisa resplandeciente. Como cada día al despertar o cada noche al irse a dormir.
Ahora todo lucía tan hogareño, tenía a su bonito omega embarazado mientras seguía acariciando su vientre y moviendo su cabeza al ritmo de la música suave. Y Jungkook amaba esos pequeños momentos donde veía la belleza en los movimientos de Jimin, donde el omega no lo miraba, donde no se daba cuenta que tenía la mirada de su alfa puesta en cada centímetro de su piel. Porque entonces veía la pequeña sonrisa que el rubio le dedicaba a su pancita o su ceño fruncido al concentrarse para hacer el desayuno.
Jungkook llegó hasta donde estaba Jimin, abrazándolo por atrás y pasando sus manos por su vientre cubierto. Besó su hombro y la piel de su cuello, olfateando detrás de su oreja.
—Hueles delicioso —dijo contra su nuca. Jimin soltó unas risitas—. Y luces completamente hermoso llevando a mi bebé.
—Luzco hermoso siempre, pero gracias, alfa.
Jungkook no quiso recordar los cambios de humor que tenía a veces, exclamando que ahora se veía feo, él sabía que eso no era cierto, pero Jimin en algunas ocasiones se salía un poco de sus casillas.
—¿Podemos dejar los panqueques para después? —preguntó Jungkook, bajando las manos hasta sus caderas—. Tengo ganas de otra cosa.
El omega jadeó cuando sintió la entrepierna del alfa pegada a su trasero. Se apresuró a apagar la estufa para evitar accidentes y se dio la vuelta, tomando el rostro del mayor para comenzar a besarlo.
Terminaron en la habitación. Ellos desayunaron más tarde los panqueques.
✧✦✧
—¿Qué quieres que sea?
Ambos estaban descansando en la terraza, miraban juntos el atardecer que se mostraba en el cielo, iluminándolo de los más hermosos colores.
—Realmente no he pensado en ello —respondió Jungkook.
Acariciaba el cabello de Jimin, quien se encontraba con la cabeza en su regazo mientras sostenía su vientre con su mano.
—Bueno, piénsalo ahora y dime qué te gustaría que fuera —Jimin dijo adormilado.
Mañana sería la cita con la obstetra donde les dirían el sexo de su bebé. Y eso tenía a ambos muy emocionados, se notaba en la alegría que rodeaba a la pareja, quienes últimamente se mimaban mucho entre ellos.
—Niño, niña, lo que sea. Estaré encantado de igual forma —respondió sencillo—. Un niño con tu determinación o una niña con tus ojos, no importa qué sea, ya lo amo.
—Eso es muy dulce, alfa —Jimin lo miró desde abajo y él agachó su cabeza para juntar sus labios. El omega volvió a hablar cuando se separaron—. Me gustaría que fuera niña.
—Mmm, no lo sé. Estaré celoso cuando crezca —Jeon apretó su mandíbula.
—Solo imagínatela, Kook —Jimin lo ignoró—. Tan pequeña, vistiendo sus vestidos favoritos mientras tratas de peinar su cabello... nuestra hija.
—Nuestra hija —sonrió el alfa—. Aunque también podemos tener un niño, un niño que tratará de tomar tu cámara y entonces tú le harás fotografías, me dirá papá... y a ti te dirá mamá.
Fue entonces que el omega interno de Jimin brincó muy dentro de él, tan solo con esa última afirmación, que lo hizo saltar de alegría y comenzar a lloriquear al recordar que estaba llevando un cachorro en su vientre.
No era cualquier cosa, él estaba comenzando una familia con Jungkook, él en verdad le estaba dando un hijo a su alfa. Un alfa que lo amaba, que lo cuidaba y que confiaba en él, un alfa que le demostraba cada día que haría cualquier cosa por mantenerlo a salvo.
Él comenzó a sollozar porque cayó en cuenta que el bebé que llevaba los llamaría sus padres.
—Me dirá mamá —miró a Jungkook con los ojos acuosos, tomó el rostro del alfa—. Y te dirá papá, Kook.
—Así es, amor. Te amo.
—Te amo.
✧✦✧
—¿Están listos para saber qué es?
La doctora pasaba el aparato por el vientre de Jimin, quien se había sobresaltado al sentir el gel frío sobre su piel.
El ojiverde tomaba su mano con fuerza, ambos viendo la pantalla que tenían frente a ellos.
—Estamos listos —respondió el omega, con los nervios a flor de piel.
La doctora miró la imagen que se presentaba.
—Tendrán... —ella les sonrió—. Una pequeña niña.
Los ojos de ambos lagrimearon, pero aún así, Jimin miró a su alfa con una sonrisa arrogante.
—¡Te lo dije! —gritó emocionado—. Yo gané.
✧✦✧
Sexto mes.
—Todo está bien, mamá. No tienes de qué preocuparte —dijo Jimin, con el celular en la oreja mientras organizaba su habitación.
—¿Cómo puedes decir eso, muchacho? Quedaron que dejarías de trabajar cuando cumplieras seis meses —exclamó su madre.
Aunque no la viera, podía saber que tenía el ceño fruncido y la mano en la cintura.
—Y le dije a Jungkook que esta semana sería la última, realmente no sé porqué ha ido a decirte.
El omega colocó el altavoz y puso el celular en la cama para empezar a doblar la ropa.
—Porque se preocupa por ti, no quiere que te esfuerces demasiado, yo tampoco. Creo que a veces olvidas que estás en cinta.
—No lo olvido —respondió obvio—. Es solo que no me gusta estar...
Algo lo hizo callarse, creyó que se había lastimado cuando sintió un tirón en su vientre al agacharse, así que se llevó una mano al estómago y se quedó quieto.
—¿Jimin? —preguntó su madre a través del teléfono—. ¿Hijo? ¿Estás ahí?
Jimin parpadeó cuando lo volvió a sentir y miró su vientre abultado.
—La bebé —dijo pasmado.
—¿Todo está bien con la bebé? —cuestionó su madre, sonando preocupada—. ¿Qué sucede?
—Ella... —las lágrimas se acumularon en sus orbes—. Se movió. Es la primera vez que se mueve.
El rubio dejó lo que estaba haciendo y se sentó en la cama, todo un revoltijo de emociones lo inundaron, pero él estaba maravillado de sentir por fin a su hija. Pasó meses pensando en ese momento, días y noches esperando por el momento donde por fin la sentiría moverse.
Él soñó con ese momento durante semanas enteras, el primer indicio de que cargaba una vida dentro. Su lobo había estado asustado durante un tiempo porque no sentía a su cría moverse, y la parte humana de Jimin le aseguraba que todo estaba bien, solo era cuestión de tiempo.
Ahora que había sucedido, extrañaba tanto a su alfa. Y desearía poder haberlo vivido estando con él.
—Oh, cariño —habló su madre emocionada—. Eso es muy lindo, me alegro mucho por ti.
Él asentía con su cabeza, sin saber describir qué es exactamente lo que sentía, cuando su celular vibró, indicando que tenía otra llamada.
—Mamá, tengo que irme —exclamó bajito—. Jungkook me está llamando.
El omega se limpió las lágrimas con el dorso de su mano y contestó.
—¿Sí?
—¿Jimin? —preguntó grave—. Amor, ¿está todo bien?, ¿la bebé y tú están bien? ¿Qué sucede?
Sorbió por su nariz y formó un pequeño puchero.
—Quisiera que estuvieras aquí —lamentó en un susurro—. Por favor, ven conmigo.
Escuchó ruidos de fondo que no supo descifrar y luego la voz alejada de su alfa.
—Sí, lo siento. Es mi omega, está embarazado —supuso que estaba hablando con alguien más—. Estoy yendo, Jimin. Espérame en casa, omega.
Después de eso, la llamada se cortó y el ojimiel jugó con los hilos de su camiseta hasta que su alfa llegó.
✧✦✧
—¡Amor! —escuchó la voz de Jungkook llamándolo. Él no se movió de su lugar.
Vio al pelinegro entrar corriendo a la habitación, lucía agitado, con la frente sudada y el traje desaliñado. Llegó hasta él en un segundo y lo tomó en sus brazos, olfateando los aromas de su omega y de su bebé combinados.
—Jimin... —llamó suavemente—. ¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? ¿Te duele algo?
El rubio negó ligeramente con su cabeza y luego sonrió triste.
—Se ha movido —respondió—. Ella me ha pateado y tú no estabas aquí para sentirla.
Jungkook pareció comprender. Así que tomó con cuidado el cuerpo de su pareja y lo hizo recostarse en la cama. El mayor lo marcó con su aroma para tranquilizarlo y después lamió la marca.
Se agachó hasta quedar frente al estómago abultado de su omega, él subió la camiseta que vestía y dejó la piel descubierta.
Besó ahí, justo donde crecía su pequeño sol. Dejó uno, dos, tres besos por toda la piel blanca y estirada.
—Hola, cachorra —sonrió ilusionado—. Mamá me ha contado que te has movido, siento muchísimo no haber estado aquí con los dos —el alfa levantó su cabeza para mirar al más pequeño, quien sonreía tranquilo—. Si pudieras moverte de nuevo me harías muy feliz.
Jungkook acarició el vientre ajeno, pasando sus grandes manos por la delicada piel de Jimin. Delineaba aquellas líneas casi imperceptibles que tenían acomplejado al castaño, pero que al alfa parecían encantarles.
—¿Puedes patear de nuevo? Para papá. Por favor, sol —pidió bajito—. Mamá quiere sentirte otra vez, yo también lo quiero, saber que estás ahí.
Ambos esperaron unos segundos. Comenzaron a desilusionarse cuando el tiempo pasaba y los minutos se marcaban cada vez más.
El alfa dejó un último beso y cuando estaba por alejarse, algo lo detuvo.
Algo pequeño, ligero y débil. Pero lo sintió, debajo de su mano.
Jungkook sonrió feliz, mostrando los hoyuelos en sus mejillas. Miró a su omega con los ojos brillosos y luego pegó su frente al estómago abultado de su omega.
—Se movió, la sentí —dijo sin poder creerlo—. Me entendió —las gotas saladas resbalaron por sus mejillas, pero él volvió a besar el vientre de su pareja—. Me has hecho el alfa más feliz de la tierra, te amamos mucho, cachorra.
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